Hombre Bomba
Explosión
Implosión
Atomizado o engullido
Desintegración
Hay algo que esté más lleno que el vacío?
Hay algo más real que la ausencia?
Qué debo hacer para que la falta desaparezca?
A qué extremos llegaré para poder sentir algo que llene mínimamente esta sensibilidad inabarcable?
Todo aquello que me sacrifique, me hará ser más consciente de la vida
Todo aquello que me asfixie, me hará luchar por volver a respirar
Todo aquello que no me mate, me asegurará que sigo vivo
Por eso me mato
Por eso me matas
El origen, según el creador, radica en la carencia y el desierto interno, o la insatisfecha capacidad para el sentir por lo insondable de dicho abismo. La válvula nunca parece llenarse y el hueco siempre se evidencia más que el insignificante flujo
Se convierte así el hombre en el catalizador de la necesidad y el deseo, generándose así un ser con tendencias compulsivas y extremas en las que el dolor y la inmolación son las únicas vías de realmente sentir algo. La autodestrucción de uno mismo siempre pasa por el ajeno, el espectador, el amigo, la pareja, la familia, el narcotraficante, el compañero o compañera sexual, el camarero, el farmacéutico, el dependiente de la cadena de comida rápida, el de la gasolinera abierta a las cuatro de la madrugada, el afilador, el azotador, el sujeto que asiste pasivo o forma parte activa de nuestro desengaño y camino hacia la aniquilación por la búsqueda constante de la satisfacción y la consumación
Llenarse hasta desaparecer.
Performance realizada para la presentación del libro “El Arte de la Autodestrucción” de Ramiro Lapiedra, por cortesía de Luhu Editorial.